Avena
La avena es uno de los cereales más consumidos en todo el mundo. Sabrosa y versátil, es un auténtico tesoro nutricional: rica en proteínas, vitaminas, minerales, ayuda a regular el colesterol y a prevenir los altibajos de glucosa.
Incluir la avena en la dieta es fácil: en el desayuno, en forma de copos o en forma de salvado, y combinarla con leche o yogur, o incorporarla en sopas, guisos o ensaladas. Su aporte de proteínas es el más alto entre los cereales, as que, si la mezclas con legumbres, obtendrás proteínas completas. Su alto contenido en fibra nos hace sentir saciados más tiempo y su composición nos brinda buenas dosis de energía. A pesar de ser muy saludable, si se padece la enfermedad de Crohn, colitis o trastornos similares es mejor evitarla.
Digestiva La crema de avena alivia los síntomas de la úlcera digestiva. También es útil en casos de gastritis, estreñimiento (en decocción de grano entero) o diarrea (en decocción de grano sin cáscara) y flatulencias.
Baja el colesterol La avena contiene una fibra soluble llamada betaglucano. Consumir 3 g diarios de la misma ayuda a regular los niveles de colesterol (contiene sustancias beneficiosas, como la lecitina, o fitoesteroles). Además, la avena estimula la glándula tiroides, que participa en el metabolismo de las grasas.
Controla el azúcar Estimula la actividad del páncreas y es una fuente de energía de asimilación lenta. Contribuye a estabilizar el azúcar en la sangre: tomarla en el desayuno, por ejemplo, ayuda a mantener este nivel más estable.
Equilibra el sistema nervioso La vitamina B1, el calcio y los alcaloides (indol, trigonelina o avenina) refuerzan el sistema nervioso a la vez que favorecen la capacidad para relajarse, concentrarse y prevenir el agotamiento mental.
Calorías: 350 kcal
Proteínas: 11,7 g
Grasas: 7,1 g
Hidratos de carbono: 59,8 g
Fibra: 5,6 g
Hierro: 5,8 mg
Calcio: 79,6 mg
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